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Namibia con niños: la maravilla de subir las dunas del desierto del Namib




El desierto del Namib, en Namibia, es el más antiguo del mundo pues sus dunas ya existían en la Época Terciaria, momento en el que se extinguieron los dinosaurios. Además ostenta otro título, la duna “Big Daddy” es la más alta del mundo, que se eleva 380 metros sobre el nivel del mar.

La entrada al parque nacional del Desierto del Namib se encuentra en la localidad de Sesriem. No está permitido salir de la carretera principal (asfaltada, por cierto), únicamente en los lugares señalados para poder acceder a determinadas dunas.



La primera duna que os encontraréis es la Duna Elim, llena de vegetación, y más adelante la famosa Duna 45, llamada así por estar a 45 kilómetros de Sesriem. Es una de las dunas más accesibles del parque al poder dejar el coche casi a pie de duna.

Caminar sobre las dunas es muy costoso y hay que añadir la dificultad del calor sobretodo en las horas centrales del día y, también el viento. Pero merece la pena el esfuerzo pues es una sensación única.

La zona de Sossusvlei está formada por varios valles, entre ellos el valle del Dead Vlei, donde podéis encontrar la famosa estampa del desierto del Namib, que seguro que habréis visto muchas veces: un lago seco, árboles secos y las dunas rojas del Namib presidiendo la escena. Aquí es donde se encuentra el gran papá o “Big Daddy”, la duna más alta del mundo.




La visita al parque se puede hacer con cualquier tipo coche, pero los últimos kilómetros para llegar a DeadVlei sólo se permite el paso a vehículos 4x4. Para el resto de coches hay un parking habilitado donde dejarlos y desde allí se puede tomar un servicio lanzadera hasta la entrada al valle. Incluso muchos vehículos 4x4 utilizaban este servicio, algunos después de quedarse encallados en la arena del desierto.





Para visitar el parque mejor ir a primera hora del día o a última, para evitar las horas de máximo calor y también de mayor afluencia de gente. Durante este viaje ajustamos el ritmo a las horas de luz, y llegamos a la entrada del parque cuando abrían sus puertas, es decir, en el momento de la salida del sol.

Llegamos a Dead Vlei tras un trayecto de casi una hora, pero mereció la pena madrugar pues el color rojizo de las dunas es increíble y el número de gente más que aceptable.



Caminar por las dunas es bastante duro, pues a la pendiente que ya de por sí tiene la duna hay que sumar el tipo de terreno. Los pies no paran de hundirse en la arena pero los niños apenas encontraban dificultad. Ellos iban muy por delante de nosotros, subiendo sin parar y disfrutando la bajada como locos.





Únicamente en el campamento base se puede adquirir agua, así que id bien preparados porque si camináis por las dunas la vais a necesitar.

Datos prácticos: el precio de la entrada al parque nacional: sólo tuvimos que pagar por dos adultos y el coche, un total de unos 17 Euros. El servicio lanzadera hasta deadvlei se paga a parte (no recuerdo exactamente, pero menos de 10 euros ida y vuelta por persona). 

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